Candombe p’alguien (Gatti/ Zapata)

Alguien pide que no lo olviden
alguien siempre espera donde no estas
alguien deja escrito tu nombre en la mesa de un bar,
perlas de vino y de sal.

Alguien corre, alguien se esconde
y es la misma forma de no llegar
alguien te reclama las cosas que nunca te da
mariposas de cristal.

Alguien que se robe del aire
todas las voces del encuentro
que siempre hay alguien
buscando en un mundo al revés
alguien que lo quiera bien

Tras las caderas un suspiro va
quién sabe cuándo volverá a pasar,
alguien que te guiñe en la esquina de la soledad
y no quiera despertar.

Alguien que se robe del aire
todas las voces del encuentro
que siempre hay alguien
buscando en un mundo al revés
alguien que lo quiera bien

Alguien junta, alguien derrama
alguien llama y alguien no quiere hablar,
alguien con las manos heladas feliz de llegar
te sonríe en el umbral

Alguien que se robe del aire todas las voces del encuentro
que siempre hay alguien buscando en un mundo al revés
alguien que no sabe bien, cómo ni cuando volver
dónde se han ido los buenos,
cuándo se han vuelto recuerdo,
y hay un candombe, hay un candombe
hay un candombe p’alguien
hay un candombe p’alguien que te quiera bien

El bandoneón de Miguel (Gatti/ Zapata)

En el piso tercero, por escalera de la pensión
un bandoneón desafinado toca una triste canción.
Nadie se queja cuanto invade la casa el cantor,
cada cual llora lo suyo contra el murmullo del bandoneón.
Es la voz ronca de Miguel que va a dormirse borracho
con el fueye entre sus brazos, soñando que es su mujer.
No te calles Miguel que yo no sé cantar,
estoy detrás de la pared
contra las manchas de humedad,
si el bandoneón suena otra vez
tal vez me anime a cantar.
Dicen que la quería como a la vida y que no volvió,
el pobre espera cantando siempre la misma canción.
Yo que no quise a nadie, y nadie me ha dado su amor
cómo al escuchar el fueye me duele así el corazón.
Es la voz ronca de Miguel que va a dormirse borracho
con el fueye entre sus brazos, soñando que es su mujer.
No te calles Miguel que yo no sé cantar…
En el piso tercero por escalera de la pensión
en aquella vieja pieza solo el silencio tembló.
Nadie se anima, nadie, a subir a su habitación
cada cual piensa lo suyo sobre el borracho cantor.
Es la voz ronca de Miguel que se quedó con su sueño
dejando un fueye sin dueño doliendo en mi corazón.
No te calles Miguel que yo no sé cantar,
aquí detrás de la pared
contra las manchas de humedad,
conmigo está tu bandoneón
para volver a empezar.
CODA: Por si ella vuelve alguna vez,
solo por eso nomás,
por si detrás de la pared
alguien no sabe cantar…

Milonga de los Vecinos (Gatti/Zapata)

Ay, yo te veo, te veo venir
y no sé que me pasa
Ay, que balurdo hace el zurdo al latir
si tus ojos me alcanzan

Vos sos mi primavera
que dura todo el año
me haría mucho daño
pensar que no me quieras.

Vecina se avecina
un tiempo muy difícil
mejor estar unidos
para enfrentar la crisis.

Ay, si supieras del dulce dolor
de pasar a tu lado.
Ay, que revire repite tu piel
qué deseo guardado

Seré la enredadera
que trepa tu cintura
y espera con locura
dar flores todo el año.

Vecina se avecina
un tiempo muy difícil
Mejor estar unidos
para enfrentar la crisis.

Ay, yo te veo, te veo venir
y no sé que me pasa
Ay, que balurdo hace el zurdo al latir
si tus ojos me alcanzan

Seremos primavera
sin pena y sin daño
seremos luz serena
al ver pasar los años.

Vecina se avecina
un tiempo muy difícil
Mejor estar unidos,
mejor estar unidos
para enfrentar la crisis.

Nada de vos (Gatti/Zapata)

Con la mañana en los ojos
te busqué por la noche,
que perdí entre ginebras
y soledades ajenas,
era tan tuyo el silencio
y era tan mía tu ausencia.

Era una noche sin luna,
tan vacía, tan negra,
que llenaba mi copa
en busca de alguna estrella.
No hubo mas luz que tus ojos,
llorando en mis manos ebrias.

Y la noche pagó
pasaje de ida
sin vuelta a tu vida,
mil vueltas de nada
y nada de vos.

Qué triste marco te daba
esa puerta mugrienta
no pudiste escucharme, no
porque no dije nada
como un anzuelo tu nombre
clavado en mi boca sangra.

Y amanecí sin mañana,
sin tenerte y con pena,
y con tus ojos oscuros,
las manos hartas y huecas,
me fusilé en una esquina,
sin ilusiones, ni huellas.
Y la noche pagó
pasaje de ida
sin vuelta a tu vida,
mil vueltas de nada
y nada de vos.

Simplemente (Gatti / Zapata)
Tema Mención en el FNA en el concurso “Obras de tango, milonga y vals” (2006)

Fue sencillamente que se conocieron
revolviendo libros por Corrientes.
Y en un bar sencillo con un cigarrillo
se miraron tan profundamente.

Fue casual que unieron sus manos al paso
luego fue un abrazo simplemente,
y así despertaron de un mismo costado
enredados tan humanamente.

Torpe, torpemente el miedo hizo mella
y ni a él ni a ella le fue indiferente.
Por no repetir, ritos del amor
se besaron sin tocarse, sin rencor.

Nunca más se vieron, nunca más se hablaron
ni figuran entre los ausentes
vagan por las mismas calles solitarios
y en el mismo bar habitualmente.

Solo fue otro encuentro simple y coincidente
muy claro dejaron en sus mentes,
solo por un rato de un mismo costado
se aferraron tan humanamente.

Torpe, torpemente el miedo hizo mella…

Y si finalmente no tiene sentido
que el relato acabe tristemente
te pido esta noche que vengas conmigo
a escribir un cuento diferente.

Te pido que dejes tu mano en la mía
y esta melodía dulcemente
tenga la osadía de besar tu frente
que te quiero tan humanamente.

Torpe, torpemente el miedo hace mella
donde está la huella tibia del presente
no quiero olvidar que te conocí
porque al verte simplemente soy feliz
porque al verte simplemente soy feliz.

Eran dos, parecían más

Volvían borrachos por la misma calle
uno en la mirada del otro se vió:
caminemos juntos, compartí mivino
vivo en el baldío, junto al corralón”
y el otro que andaba en busca de nada
besó en la botella un pacto de honor.

Eran dos, parecían más,
cuando en plena madrugada reían del mundo,
que los echó a rodar.
Eran dos, parecían más,
eran dos, parecían más

Vendiendo botellas compraron ladrillos,
juntando cartones un viejo colchón,
y en aquel baldío hicieron la huerta
pidiendo permiso en el corralón
lavaban las pilchas y hasta se bañaban
con una manguera si salía el sol.

Ronda piel, vida mano, mano sueño, sueño tierra,
quién te dice que hoy sale la luna nueva.

Eran dos, parecían más…

Pero qué se creen estos dos cirujas
andan abrazados sin contemplación,
comentaba el barrio, decía una vieja,
vieja clientela de aquel corralón.
Y hoy está el baldío lleno de basura
de la buena gente que quemó el colchón,
“Porque en este barrio ya no hay más linyeras
Sucios, malolientes. Que los cuide Dios”

Eran dos, parecían más,
cuando en plena madrugada reían del mundo,
que los echó a rodar.
Eran dos, parecían más,
entre semilla y caricias gritando: ¡qué envidia!
a la vecindad.

María y José

María se levanta, riega una flor,
se toma un té, se viste igual que ayer.
Y se va, y se va, tranquila, a tomar el tren.

José también despierta, muy cerca de las seis,
prende un pucho, le silba a un gorrión.
Y se va, y se va, contento, para la estación.

En el andén se encuentran, María y José,
se besan en el aire, y el aire sabe bien.
Sube ella, luego él, y el mundo se detiene sin querer.

Y cuerpo a cuerpo se mirarán,
siete estaciones para soñar.
Él le ha inventado un nombre,
y ella uno a él, que solamente rima
con el vaivén del tren.

Ordena su escritorio, María, y dice adiós,
se mira en las vidrieras, quiere sonreír.
Hoy también, sabe bien, lo que tiene que decir.

José ficha y se lava la grasa de la piel,
hoy también se promete hablar primero él.
“Vamos, hombre, no lo ves, es distinta esa mujer”.

Y cuerpo a cuerpo vuelven a estar,
sudor a prueba de la verdad.
“¿Qué pasa si no entiende y no la vuelvo a ver?”
Ella tiembla de miedo, no lo quiere perder.

Baja María , detrás José,
y alcanza el hombro de esa mujer,
sobre cuatro talones giran dos almas que
llevan mas de tres horas,
tomados de la mano, en un café…

Sin paisaje

Sin plaza, sin vías,
sin perros en la calle,
tu adiós como el hielo
el cielo me parte.
Si te vas no arrastres
con vos el paisaje.

Porque voy a quedarme sentada en el umbral
a pedirle a la noche que se vuelva a llenar.
Voy a hundirme en el humo de aquel mismo bar,
a esperar que me crezca otra vez la mitad.

Andaré algunos días,
por la cuerda floja
del cordón de la avenida,
hasta que el silencio,
dibuje una herida,
por la que escaparas.

Sin tiempo mi aliento,
sin perdón mis alas,
será tu recuerdo,
como piel de escarcha.
Serás todo el gesto
del agua salada.

Porque voy a llorarte hasta no poder más,
navegando en tu ausencia otra forma de amar.
Voy a tenderme al viento con mi almohada y tu olor,
que me deje el paisaje, que se lleve el dolor.

Volveré algo distinta,
de la cuerda floja
del cordón de la avenida.
Es sabio el silencio,
precisa la herida
y es poco, muy poco,
tan poco un adiós.

Esos pibes

Esos pibes que dibujan en la plaza,
el sueño de una cancha de verdad,
con la misma camiseta por adentro,
por los nombres de sus ídolos se empiezan a llamar.

Yo los miro y ellos roban mi rutina,
grito el gol adormecido en la niñez,
y aparezco en un abrazo a los amigos,
en el rito de una charla, en el umbral de la almacén
¿Me la alcanza, señor…! ¡Me la alcanza…!

Si volvieran los partidos con amigos,
a golpear esa pelota en el portón.
Qué me importa si se enojan los vecinos,
si volvieran nuestras risas
a poblar el callejón.

Esos pibes que me gritan ¿Me la alcanza?,
le dan tregua a todo el tiempo que pasó,
yo la vuelvo a patear y arde mi cara,
como si el viento guardara aquel lejano calor.

Si supieran esos pibes que se alejan,
victoriosos en su reino de amistad,
que trajeron a los duendes de mi casa,
a veces tan escondidos que uno los teme olvidar.
¿Me la alcanza, señor…! ¡Me la alcanza…!

Si volvieran los partidos con amigos
a golpear esa pelota en el portón.
Qué me importa si se enojan los vecinos
si volvieran nuestras risas a poblar el callejón.
Qué me importa si ya no están todos
si de este modo… ¡Siempre volverán!

Serenata

El violín invisible
que recorren sus dedos
el arco mágico
que agita el vuelo de un vals

El silbido infinito
del vaivén de su pecho
el sueño árido
de lo que ha sido y no está

Seré hasta que dios me dé valor
seré mendigo de tu amor
será de serenata mi casa, mi alimento
seré tu centinela y tu tormento.

El sudor apacible
que desnuda su cara
el don caótico
de amar una eternidad

La mirada empotrada,
la ventana perdida,
el son metálico
de las monedas, y el vals.

Seré hasta que dios me dé valor
seré mendigo de tu amor
será de serenata mi casa, mi alimento
seré tu centinela y tu tormento.
será de serenata mi casa, mi alimento
seré tu centinela y tu tormento.